viernes, 16 de julio de 2010

domingo, 15 de febrero de 2009

martes, 9 de diciembre de 2008

Llegamos a Calafate

Hasta el Paso del Viento

Finalmente el viento dejó de soplar al Este del Paso del Viento. En realidad, habían pasado 10 años desde que Germán Sopeña hizo la descripción de la tormenta que los acorraló a él junto a sus dos guías durante varios días, refugiándose en su carpa entre Glaciar Túnel Inferior y Superior. Pero podrían haber sido tan sólo un par de días. Germán tuvo que regresar, pero nosotros seguimos adelante, simplemente porque la Naturaleza nos lo permitió. La travesía patagónica había comenzado más o menos un año antes: como siempre, es la fantasía que comienza a gestarse durante el regreso de una recién cumplida. Queremos más! "Balcón al Hielo" resumía la idea de una escapada a los Hielos Continentales, y pegarle la vuelta al Cerro Huemul. Un trekking exigente de 5 días con algunos matices interesantes. El jueves, nuestro primer día de caminata, partimos de El Chaltén hacia Laguna Toro, subiendo hacia Loma del Pliegue Tumbado, adentrándonos en el valle del Río Túnel. Fueron 7 horas entre paisajes majestuosos coronados por el Fitz que nos miraba, sin nubes, asegurándose que sintiésemos su gigantezca dimensión, haciéndonos increiblemente pequeños, frágiles. "Innecesario", pensé, "sabemos que vivimos esta aventura de prestado." El clima es quién termina definiendo la mayoría de las veces el éxito o fracaso de las salidas en esta zona de la Patagonia. O la pulseada entre el tiempo disponible, y la probabilidad de que mejore el clima.




El sol nos acompañaba, iluminando praderas cubiertas de flores amarillas y mallines fáciles de cruzar. Cansados, -habíamos dormido pocas horas cerrando nuestras cosas en Baires-, cenamos cordero con couscous, un lujo que sólo se puede dar en la primera noche. Y dormimos en sendas carpas, aunque el viento nos despertaba de a ratos transformando el aullido en bramido. El viernes arrancamos hacia arriba, decidiendo vadear el río en lugar de cruzar usando la tirolesa -cable de acero con polea que se engancha al arnés para hacer una travesía aérea entre dos puntos altos- . El agua, proveniente del glaciar Túnel inferior apenas a unos centeares de metros de distancia- estaba apenas sobre cero, clavándose como mil agujas oxidadas en el cuerpo. Georgie tuvo tiempo de arrojarse a rescatar una mochila de un suizo que se le cayó cruzando la tirolesa. Grande, Georgetto! Seguimos subiendo, nos trepamos al hielo del glaciar y caminamos media hora sobre las grietas azul profundo. Nos asusta ver el agua helada dentro del glaciar e imaginarnos cayendo por allí, desapareciendo bajo del glaciar por algunos miles de años... hasta que se derrita. Claro, podría ser mucho antes, pero nos aterra igual. Pisamos tierra firme y seguimos trepando vertiginosamente en una ladera bien empinada. A metros del final de la trepada nos esperamos, y cruzamos todos juntos. No podía ser de otra forma. Llegamos a Paso del Viento, con sol, y sin viento. Y no podemos creer lo que vemos! .

Desde Paso del Viento al Refugio Hielos Continentales

El Paso incluye una extensión más grande que una cancha de fútbol, con dos lagunas azul profundo que contrastan con los hielos que en ellas se hunden. Los azules se van oscureciendo hasta el fondo, probablemente del otro lado del planeta. Es una superficie básicamente horizontal, que cuando nos arrimamos hacia el oeste, nos muestra, finalmente, lo que buscábamos: Los Hielos Continentales.




Es extremadamente difícil de describir. Para dar una idea, a mí me provocó una sonrisa inmensa, y hasta risas. A Gus, le arrancó lágrimas. Qué tiene esa franja de 400 Km de largo de hielo eterno (?!) que nos atrae? Es la dificultad de sobrevivir en ese entorno? Saber de lo efímero de la visita? Nos fascina. Vemos hacia el oeste el cordón Mariano Moreno, con hielo hasta el horizonte. El Nunatak Viedma, el Glaciar Viedma. Adivinamos el Circo de los Altares con miradas cómplices: son sólo 9 Km de donde estamos, y podría ser Marte. Claro, si en Marte hubiera agua... Los tonos de blanco, celeste, y azules no tienen límite. Las estrías de residuos de roca arrastrada sin prisa, pero eternamente por el glaciar muestran sinuosidades sensuales. No será mucho? Bueno, no son sensuales, pero están buenas igual. Compartimos una hora completa sin viento charlando, hasta que la conversación se apaga sin proponerlo, para que aparezcamos todos sentados en el balcón. No sé exactamente que pensaba cada uno, y sólo puedo hablar por mi mismo. Medité, agradecí, disfruté, recordé. Georgetto me sorprende con la presencia de Peter Gabriel tocando Here comes the flood. Las lágrimas se me caen sin vergüenza. "Don´t be afraid to cry at what you see.." dice el tema. Nos juntamos, y preparamos un capuccino con canela en rama para cada uno: un lujo pasar dos horas en Paso del Viento, sin viento. Y sentarnos a tomar un cafecito! Convidamos a un porteador -un pibe que se gana el mango llevando la carga de los que nos siguen un día detrás- que nos mira incrédulo. Pero acepta. Finalmente, nos deslizamos por la nieve hacia abajo. Le digo a Georgie, "es emocionante. Quiero decir que genera emociones por.." Me interrumpe. "Ya lo sé Mike, esto genera emociones fuertes". Compartimos el silencio sin incomodidad, casi cómplices. Caminamos otra hora y media más y llegamos a nuestro destino, el Refugio Glaciológico del Instituto del Hielo Continental Patagónico. Cenamos, y nos quedamos esperando que desaparezca la última luminosidad del cielo para ver las estrellas. Una estrella fugaz cruza el cielo. Este es un día que recordaremos para siempre. Algo más? Estamos felices.

Hacia Paso Huemul

Hacia Paso Huemul Desarmamos nuestras carpas a metros del Refugio Paso del Viento ( que queda a una hora y media al sur del paso ) y nos fuimos caminando por praderas verdes protegidos por una gigantesca morena que nos separaba del los Hielos. Parecía como si una gigantesca pala mecánica hubiera pasado, armando una montaña de escombro lineal, de 200m de altura y 5Km de largo. Esa es la fuerza del glaciar. Y su paciencia milenaria. Pasamos lagunas, chorrillos, balcones. Incluso nos equivocamos un poco y nos fuimos muy al Oeste, y tuvimos que volver sobre nuestros pasos para bajar al vallecito y subir por la ladera opuesta. No me preocupa no encontrar marcas y hago mi propio camino. A veces implica caminar algo de más, pero como las condiciones meteorológicas ayudan, no representa peligro alguno. Se hace un poco largo. Cargamos agua sabiendo que en la aproximación al paso Huemul no va a haber. Comienza a soplar, en serio. 100 Km/h, arrachado.




300m debajo del paso, se hace difícil mantenerse en pie. Camino de cornisa, hay que usar las manos, y estabilizarse. El viento es impresionante. Se lo escucha venir. Comenzamos a predecir su palpitar, y nos anticipamos. Cuando se calma, aprovechamos para ir rápidamente al siguiente lugar firme, para aguantar la siguiente embestida. No es nada divertido. Impresionante, si. Pero no nos gusta. A 100m de la cumbre comienzan a desaparecer las ráfagas. Quiero decir que se transforma en 100Km/h sostenidos, con poca variación. Y nos largamos a subir corriendo. Nunca había subido corriendo 100m de desnivel con la mochila cargada, pero el viento nos empuja como si un forward de los Pumas estuviera detrás nuestro potenciando nuestra subida. No se puede creer! No es difícil hacerlo, y resulta divertido. En la cumbre, se protegen del viento agachados detrás de rocas, agrupados de pares. Somos cinco, quedo solo. No podemos hablarnos, porque no nos escuchamos. Vamos, así salimos de esto. Pego una última mirada a los Hielos Continentales. Es casi tan impresionante como Paso del Viento. Pero sin Capucchino. Me despido, encaro con decisión, y arremeto los últimos 100m horizontales hasta desaparecer a sotavento del paso. En segundos, me siguen, y nos juntamos, muertos de risa. Vemos los ñires más abajo, y una carpa naranja. Habrá una hora de caminata? No, mucho menos. Bajamos hasta que alcanzamos el lugar de acampe, y ponemos una sola carpa. La otra se rompe por el viento, así que habrá que hacer vivac. No lo veo muy triste a Georgetto. Es más, sé que le divierte. Cenamos arroz con hongos, al que le agregamos una bolsa completa de Shitake que compré en la calle Arribeños unas horas antes de salir. Están espectaculares. Hacemos 12 porciones para 5 personas. Alcanza justo. Nos preparamos unos cafés y mates para cerrar. Fue un buen día.

Al Lago Viedma

Salimos como los bomberos. Después de pasar la noche, algunos en carpa, otros haciendo vivac, desayunamos rápido y salimos detrás de las suizas y suizos que bajaban hasta el Lago Viedma donde los buscaba una lancha. Pretendíamos colarnos con ellos, y ahorrarnos un día de caminata hasta Estancia Túnel por la estepa patagónica. No nos seducía la ausencia de árboles, el viento y la estepa, después de los paisajes que habíamos compartido. La bajada es pronunciada, entre ñires y zonas expuestas. Hay una parte que incluye una soga para ayudar la bajada. La rodilla de Georgie, ya sin calmantes por los estragos estomacales, se incendia. No dice nada. Marcelo se la banca. Raúl, el que más años lleva, tiene un estado envidiable, y tampoco dice nada. Gus putea, pero recién cuando llegamos abajo.




Qué grupete! Manga de personajes si los hay! Nos tiramos en la playa del lago Viedma, sabiendo que hay dos horas de descanso hasta que venga la lancha. Almorzamos, dormimos la siesta, charlamos al borde del lago, gigantesco, verde esmeralda. Y terminamos corriendo hacia los suizos, cuando abordan casi sin darnos tiempo a subir a nosotros. La lancha es un barco con turistas refugiados en su interior que miran en pantallas de LCD las fotos que acaban de tomar. Atravesamos el interior, y salimos por la otra punta, hacia cubierta. No podemos quedarnos adentro. TODOS terminamos afuera a la intemperie. No nos resulta natural estar adentro. Tras unos pocos minutos -que hubiera representado unas 7 horas de caminata- llegamos a Puerto Túnel. Gus consigue unos lugares en un micro de turistas que nos arrima a El Chaltén. Lo siguiente fue conseguir un Hostel, exprimir las duchas calientes, cambiarnos y salir caminando lo más campante hacia una cerveza artesanal que nos esperaba sobre la calle principal. Y la foto del final feliz, obligada, prometida, y bien ganada. Acá termina la parte del trekking. Y nos queda claro a los cinco la suerte que tenemos, el apoyo que nos brindamos, la fuerza interior y física que hace falta y el buen humor que tenemos en las buenas, y en las malas, que siempre llega. Sin embargo, en Paso del Viento, dije en voz alta algo como "Muchachos, en algún momento vamos a estar en las malas. Puede que sea dentro de 60 años, quizás antes. Pero nunca vamos a olvidar estos instantes en Paso del Viento, la Naturaleza, la Amistad. Esto es nuestro, para siempre." Gracias Marcelo, Raúl, Georgie, Gus por esta increíble salida. Y gracias a Dios. Los cinco lo sabemos y cada uno a su manera, agradecemos. Mike Karplus, Dic 2008

El brindis en El Chalten.